Los viajeros lo saben, el continente asiático está a rebosar de maravillas. Por ello es un destino muy en boga desde hace varios años y a los turistas les encanta hacer un viaje allí para traer de vuelta souvenirs y anécdotas.
Pese a que el turismo beneficia tanto a viajeros como a locales gracias a su belleza apabullante y a las rentas económicas que aporta al país, se trata de un recurso con un doble filo. Cada vez más lugares no forman ya parte de una bucketlist puesto que se prohíbe su acceso a todo visitante.
Ello se debe a que ya son demasiados turistas lo que provoca una degradación de la naturaleza y los paisajes asiáticos. Por culpa de las aguas sucias vertidas en el mar, los turistas pisotean los arrecifes y la basura vertida en los océanos, debilitando así Tailandia, las Filipinas y muchos otros países. WWF había lanzado por ello una campaña junto con Instagram denominada #toolatergram, que mostraba paisajes paradisiacos pero que hoy en día han perdido su encanto por culpa de los daños producidos por los turistas. Entre estos lugares encontrábamos la región del Heilong-Amur en el noreste de China, Indonesia o el rio Yangtsé en China.
De ahora en adelante, la isla Borácay en las Filipinas y la bahía Maya en Tailandia se han vuelto inaccesibles. En ausencia de una solución duradera, más vale aprovechar ahora de estos lugares en peligro y de su belleza que se apaga, a la vez que trataremos de no destruir estas maravillas de la naturaleza.